Artículos breves extraídos del ejemplar número 1 de El Intercambiador Express
_
El ebook lo inventó una gallega
Texto > Carlos Sánchez
Existen historias que no se pueden dejar pasar y la de Angelita Ruiz es una de ellas. Hace más de 60 años, esta profesora de Ferrol, con una profunda vocación por la pedagogía, ideó el ‘libro mecánico’: un artilugio que permitía tener muchos libros en uno y que estaba pensado para el estudio de sus alumnos.
Hablamos a menudo de que el diseño busca solucionar problemas de la sociedad y el ‘libro mecánico’ es un ejemplo perfecto de esto. A Angelita le preocupaba el enorme peso que debían cargar los alumnos en sus mochilas cada día (algo que sigue preocupando a los padres) y trabajó largo tiempo en crear un soporte único para todos los libros. De esta manera patentó en 1949 «La enciclopedia mecánica de Ángela Ruiz», un libro de texto para estudiantes que funcionaba con un sistema mecánico de aire a presión que llevaba, según la patente, «unas bobinas donde se colocan los libros que se desee leer en cualquier idioma. Por un movimiento de las mismas van pasando todos los temas».
En los planes de Angelita se incluían libros con sonido y luces para realizar ejercicios y también la posibilidad de incluir una pequeña calculadora (de un tamaño tan reducido que aún no existía en el mercado). Todo esto hacía de su prototipo no solo un libro mecánico, sino un auténtico objeto multimedia.
El objetivo de Angelita no sólo era facilitar la carga de los niños; entre sus intenciones estaba el ahorro de papel, la posibilidad de actualizar las ediciones con facilidad, realizar ediciones muy baratas y, por supuesto, hacer más atractivo el aprendizaje.
En los planes de Angelita se incluían libros con sonido y luces para realizar ejercicios y también la posibilidad de incluir una pequeña calculadora. Todo esto hacía de su prototipo no solo un libro mecánico, sino un auténtico objeto multimedia.
¿Qué ocurrió con esta patente?… España no se encontraba en el mejor momento económico de su historia (la postguerra) y Angelita, lamentablemente, no encontró financiación para comercializar su proyecto, que se quedó en un único y romántico prototipo. Existen datos sobre negociaciones con editoriales americanas que quisieron comprar la patente, pero no llegaron a buen puerto ya que Doña Angelita, maestra en Mandiá, la escuela obrera y directora del colegio Ibáñez Martín, quería que el invento se quedase en Galicia y sobre todo, en su ciudad, donde su figura ha sido recordada por el Concello de Ferrol.
España no avanzaba a la misma velocidad que la imaginación de esta inventora española y todavía hoy esta figura es casi desconocida, aunque se adelantó en 50 años a los servicios que hoy nos dan nuestras preciadas tabletas y nuestros eBooks… Sirva este post como parte del necesario homenaje.
Puedes ampliar la información en el fantástico artículo de Yorokobu aquí.
_
La inquietud ante la imagen hiperrealista
Texto por Virginia Santamaría
Un día, en la Antigua Grecia, dos famosos pintores, Zeuxis y Parrasios, decidieron retarse para descubrir cuál de ellos era el mejor artista de todos los tiempos. Cuando Zeuxis mostró su obra, la representación de unas jugosas uvas, estas debieron parecer tan apetecibles que unos pájaros descendieron dispuestos a picotearlas. Seguidamente, el mismo Zeuxis, impacientado ante su aparente victoria, acudió a retirar la cortina que cubría la creación de su oponente. Cuando se percató de que, precisamente aquel telón constituía la obra de Parrasios, no pudo hacer más que asentir: «yo he engañado a los pájaros, pero Parrasios me ha engañado a mí».
Este curioso relato, recogido por Plinio el Viejo en su Naturalis Historia, fue el que utilizó el profesor David López hace algunas semanas para ilustrarnos el origen del trampantojo y del intento del hombre por representar la realidad desde el mimetismo y la emulación.
Desde entonces, y sin entrar en las causas que lo promueven, uno de los motivos más empleados (al menos en el arte occidental) ha sido la propia figura humana. Quizás, nunca haya sido tan magistralmente reproducida como a partir de la tendencia hiperrealista que comenzó a mediados del siglo pasado. Diluidas las barreras entre los géneros, en plena posmodernidad, podemos contemplar ejemplos de esta corriente en la pintura, la escultura, el cine, la animación o la robótica.
En alguna ocasión, todos hemos entrado en contacto con alguna representación antropomórfica hiperrealista y todos hemos experimentado esa sensación de inquietud, de congoja y sobrecogimiento que nos produce visualizar algo que es tan falso como ‘real’. ¿Pero por qué nos ocurre esto?
Varias son las disciplinas desde las que se ha abordado el análisis de la relación que mantenemos con esta suerte de humanoides.